Mis (queridos) actores y actrices. Porque son queridos. Siempre lo son.
De hecho, nuestros actores y actrices son lo más importante de nuestras películas largas, y cortas, series, webseries, programas, teatro, microteatro, performance, doblajes…. Y no lo digo por peloteo, si no por puro convencimiento. Los indispensables cómicos. Qué bonita palabra, “cómico”, tal y como dedicó Javier Bardem al ganar su Óscar por No es país para viejos, “por los cómicos de España”.
Contaba el decorador Gil Parrondo, de esa manera tan entrañable, directa y elegante que tenía para decir las cosas, “Mira, si la gente está pendiente del desconchón de una de las columnas del decorado es que los personajes no están funcionando. Lo más importante son los actores y actrices, más que el decorado, que la fotografía o cualquier otra cosa de la película”. Y a mí me parece una gran razón.
He tenido oportunidad de meditarlo trabajando tanto en las películas que he dirigido como en las ocasiones en que como primer ayudante de dirección (sin buscarlo, no es tarea del primero de dirección, que bastante tiene con lo suyo) he tenido que dirigir actores, cuando no secuencias enteras en ausencia del director. Y así he podido observar/reflexionar mientras dirigía, el estilo y forma de trabajo de actrices foráneas como Geraldine Chaplin, Marisa Berenson, Ana Claudia Talancón o Caroline Munro, y de un nutrido número de actores y actrices españoles, que van de Nadia de Santiago a Fele Martínez, pasando por Carlos Iglesias, Juanjo Puigcorbé, Manuel Bandera, Antonio Mayans, Guillermo Montesinos o Leonor Watling, por poner algún ejemplo de la larga lista de (maravillosos) intérpretes. Y sobre todo en esa experiencia de una década de funciones teatrales del Auto de los Reyes Magos, compartidas con mi querido co-director Jack Taylor, excelente actor y buen director, con el que tuvimos uno de los mejores repartos de la escena española, interminable de enumerar, aunque recordaré al inolvidable Francisco Maestre (un besote allá donde estés, Paco)
Explicaba el otro día el gran Clint Eastwood en una masterclass en el Festival de Cannes que en rodaje le gustan las primeras tomas, para no perder frescura, añadiendo que no le gustan los ensayos, “porque si repites mucho los diálogos, se vuelven monótonos”. Un axioma que apoya en una frase de Don Siegel, quien le dirigió en varias películas: «El análisis lleva a la parálisis”. Hombre, yo estoy de acuerdo con Eastwood, por supuesto, pero también creo que hay que estar al servicio de las necesidades de los intérpretes y de las particularidades de cada guión. Esto nos lo contaba Michael Radford, quien rodando El mercader de Venecia conseguía lo que necesitaba de Jeremy Irons a la primera toma, y de Al Pacino a la décima, ensayando más con el uno que con el otro (ambos maravillosos siempre, y en particular en esta película), sin duda una cuestión de método.
En mi caso, trabajando me he encontrado de todo, actores que necesitaban más tomas y otros menos, ensayar mucho o ensayar poco. Yo suelo seguir el axioma general que nos enseña Eastwood, ser ágil, mejor a la primera o a la segunda toma y con poco ensayo porque se pierde frescura, pero siempre abierto a la necesidad de cada secuencia y de cada actor. Y es que hay secuencias a las que yo he dedicado días enteros de ensayos previos, a otras más casi ninguno, y en algún caso como en Vampyres, advertí a las actrices cuando firmaron contrato de que rodaríamos tres sesiones sin que ellas conociesen el guión, salvo las explicaciones que les diese sobre la marcha. Explicaciones que sí conocían previamente el dire de foto y la primera de dirección, lógicamente, pero que para Marta Flich, Almudena León y el resto de las actrices eran como improvisadas, cuestión que resolvieron con brillantez. Y es porque una larga secuencia lo pedía, ese era el método particular a seguir…
Conozco a directores que no dirigen a los actores. Que ni siquiera les hablan. Algunos muy importantes, y otros que no me lo parecen en absoluto, con perdón. Lo cuenta Manuel Gutiérrez Aragón, el caso de un director que no se acercó a sus actores durante un rodaje, tan sólo en una ocasión, para mover un florero, cambiarlo de sitio. Y también lo he vivido en primera persona… A mí me parece raro, incomprensible, extraño.
Creo que componer un personaje y producir un personaje, pasa por la necesaria dialéctica actor/director, hablando todo lo necesario, contrastando, sobre todo previamente al rodaje. Y no te digo nada si es teatro, siempre sabiendo escuchar las propuestas del otro, aunque tú seas el director. No olvidaré, estrenado un espectáculo en Almagro con mi añorado Francisco Valladares, que Paco me dijo al terminar que lo que más le había gustado eran todos nuestros (cariñosos y respetuosos, pero reales) tiras y aflojas en los previos, cómo lo habíamos peleado cada uno desde nuestro lado de actor y director, para llegar al resultado. Y así debe de ser.
Hay actores y actrices que siguen más o menos un método, ya sea basado en Stanislavski, en Meyerhold, en el sobrino de Chekhov, en Strasberg, en la Adler, en la técnica Meisner, en el método clásico de la tradición inglesa, o en la pura intuición. O siguen su propio método personal, o lo que llamaríamos la forma de hacer del “no actor”. A mí, personalmente me da igual cuál utilicen o no, siempre que se llegue al resultado acordado/indicado sobre el personaje, en consonancia con el sentido de la película. Hablar todo lo posible antes de ponerse a la faena, por supuesto, trabajando los conflictos de la trama y el universo del personaje, con sus dificultades y conflictos, que los va a haber. Ver qué tiempo van a necesitar in situ y explicar del que dispones tú. Y sobre todo, un gran secreto tras el casting: Una vez escogido el actor o actriz, olvidarse de aquel personaje soñado, ahora hay que construir.
A veces prima tanto, sobre todo en el cine español, los apresuramientos del rodaje, que nos olvidamos que los actores y actrices dan la cara por todo el equipo en pantalla, que en segundos tienen que pasar de cero a cien, y que lo que están haciendo quedará para siempre. Porque lo que se marca en la cámara, en la película o en la tarjeta, queda para siempre. Todos mis respetos.
Sin personajes no hay película de ficción. Por eso son tan importantes nuestros actores y actrices, cómicos, frágiles e indispensables, y maravillosos siempre.
Nota: Tengo la suerte continuada de compartir todas estas reflexiones/experiencias no sólo en mi trabajo en audiovisual y escena, si no también en mis actividades relacionadas con la enseñanza. Por ejemplo en el pasado curso de dirección de actores e interpretación frente a la cámara de Dual Cinema, donde tuve la suerte de compartir con prometedores actores, actrices y cineastas, como así será en los próximos que se están organizando. O también en los centros públicos de educación, como en el I.E.S Marqués de Santillana (a quien felicito por sus 50 años de trayectoria), ya que es muy importante también la transmisión a las nuevas generaciones, y de paso, el fomento del cine español.
As always I stand to one side…. dumb..founded by the dedication of most thespians.
The pleasure of enlightenment over the past years will allways bring me back to look for more.
To those in front of the camera of flesh, or foam will alway’s need a director.
Of course there ARE exceptions.!
Me parece un artículo muy sentido, muy humano del propio Victor Matellano como tambien el reconocimiento que expresa en sutiles palabras dirigido a los actores, a cada uno de ellos en particular, es destacado…grandioso!
Gracias Víctor, por ser tan cercano y tener tan presentes a los actores.
Interesante análisis y reflexión sobre un trabajo tan amplio,difícil y abstracto cómo el actoral y a la vez más brillante con la sencillez en su ejecución, cómo decia el gran Eastwood en un artículo hace años una toma imperfecta es válida pues la vida es imperfecta
Victor…. ven a Zaragoza a impartir este curso….plis….!!!!
GRACIAS, APORTE INTERESANTISIMO