Se edita en dvd, para satisfacción de los cinéfilos, el necesario documental Contra el tiempo (2012) de José Manuel Serrano Cueto, sobre un grupo de actores veteranos que trabajaron en el boom del cine de género rodado en España en décadas pasadas, como Antonio Mayans, Ricardo Palacios, Charly Bravo o Lone Fleming. Y a raíz de ello, viene bien recordar que existe una larga e imprescindible lista de todos aquellos actores y actrices, en la que se incluyen los anteriormente citados, como también mis añorados Aldo Sambrell y Frank Braña, o uno de los más longevos, Conrado San Martín.
Y sí, en recuerdo de todos aquellos profesionales, y como ejemplo, quiero detenerme hoy en ese nombre fundamental, Conrado San Martín, uno de los decanos de todos ellos a sus noventa y seis primaveras que tiene a día de hoy. Alguien importante en el cine de género, que ha trabajado con directores tan reivindicables como Sergio Leone.
Y es que revisando el debut oficial como director de Sergio Leone, El coloso de Rodas (1961), resalta la presencia en el reparto de Conrado San Martín en calidad de colaboración especial como el villano de la película. San Martín es uno de los primeros amigos que hace Sergio Leone en España en los tiempos en que este trabaja de ayudante en El maestro (1957, Aldo Fabrizzi), una amistad que se mantiene hasta la muerte del director romano en 1989. De hecho Leone siempre tuvo presente a su amigo para una colaboración muy especial en Hasta que llegó su hora (C´era una volta il West, 1968)
Conrado fue durante un tiempo uno de los actores más caros de contratar, una auténtica estrella, y su importancia es grande en el cine de género, por ejemplo en el péplum al participar, además de en El coloso de Rodas, en dos películas de Vittorio Cottafavi, La rebelión de los gladiadores (1958) y Las legiones de Cleopatra (1959), así como en la superproducción de Samuel Bronston dirigida por Nicholas Ray, Rey de Reyes (King of Kings, 1961).
San Martín en sus inicios, tal y como recuerda Juan Gabriel García en el artículo titulado “Buenos, feos y malos. Los intérpretes españoles en el cine de Leone” del volumen “Clint, dispara! La Trilogía del dólar de Sergio Leone” (T&B Editores), siendo boxeador y atleta en ciernes, se presenta a una convocatoria para el rodaje de una película, en la que consigue papel remunerado con veinticinco pesetas diarias, una fortuna para un joven en aquellos años. Su debut, Oro vil (1941, Eduardo García Maroto), es probablemente, el primer western español como tal. A partir de ahí, el éxito, sobre todo con el thriller Apartado de correos 1001 (1950, Julio Salvador)
Conrado San Martín está presente a lo largo de su carrera en el cine de género. En el western, por ejemplo se le puede ver, además de en la película con Leone, en Plazo para morir (1966, Gianni Grimaldi), Los largos días de la venganza (1967, Stan Vance) o Winchester Bill (1967, Alfonso Brescia)
Y en el fantástico, protagonizando Gritos en la noche (1962, Jesús Franco), uno de los primeros títulos del género en España, para posteriormente trabajar con Paul Naschy en La bestia y la espada mágica (1983), con José Ramón Larraz (1988) en Al filo del hacha, o con Lucio Fulci en La conquista de la tierra perdida (Conquest, 1983)
He tenido la suerte y el gran placer de dirigir a Conrado en teatro, y en cine en Vampyres (2015) junto a mi añorada May Heatherly, la que es la última película hasta la fecha del actor. Y por su importancia profesional y su amistad, era necesaria su presencia en nuestro western Parada en el infierno (Stop Over in Hell, 2017), poniendo imagen al padre de las protagonistas.
Gran nombre, Conrado San Martín, un ejemplo de aquellos profesionales importantes y no siempre reconocidos en ese cine rodado en España, de género y de producción extranjera con o sin coproducción. Inolvidables. Y que sin duda merecen ser recordados.