Era un ritual semanal, quincenal, mensual. Acercarme al kiosko cercano a mi casa y observar las diferentes revistas colgadas del tenderete, con pinzas de la ropa. Ahí estaban los pequeños tesoros.
Corría el principio de los años ochenta. Yo era un crío, pero un crío muy precoz, como muchos de aquellos años, que se colaba en el cine para ver Viernes 13 o Aullidos cuando le faltaban ocho años para la mayoría de edad, y que compraba cómics para adultos.
Se ve que ni al portero del cine ni al kioskero le importaba la edad de este entonces orondo muchacho. Estoy seguro de que influía mi cara de entusiasmo, mi flipe permanente con lo fantástico, para la complicidad de aquellos dos señores con mi causa. Continuar leyendo «De cómics, freaks, y el maestro Berni Wrightson»